Economía

La desaceleración en el comercio internacional

Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional desgrana las que, para este organismo, han sido las cuatro etapas que el comercio mundial ha experimentado a lo largo de los últimos 200 años y adelanta una nueva era que bautizan como slowbalization (la desaceleración en el comercio internacional), que es fundamental conocer, ya que será la que marque los intercambios en las próximas décadas. 

Pero vayamos por partes, y antes de profundizar en la novedad, hagamos un breve recorrido por las cuatro eras del comercio. 

Todo arranca con la revolución industrial en una primera etapa que, según el FMI, abarca de 1870 a 1914. Entonces el patrón oro facilitó el comercio, que también fue impulsado por los adelantos en el transporte, que redujeron los costes y aumentaron el volumen que se exportaba a otros países. El crecimiento fue tal que algunos economistas consideran este periodo como la primera señal de la globalización que más tarde vendría.    

Un periodo de casi globalización que se frenaría en seco con la Primera Guerra Mundial y que sólo terminaría tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Unos años que van de 1914 a 1945 en el que los flujos comerciales globales se redujeron de forma drástica. Todo ello por los conflictos internacionales (no hay que olvidar que también tuvo lugar la Revolución Rusa en esos años), y el consiguiente aumento del proteccionismo en los países. Esto terminó con el reinado del patrón oro y obligó al comercio a ser mucho más regional ante las importantes barreras comerciales que se impusieron para preservar a la industria nacional. 

El FMI califica la siguiente etapa que va de 1945 hasta 1980 como la era de Bretton Woods, por los acuerdos alcanzadas por Naciones Unidas en un encuentro realizado en dicha localidad del estado de New Hampshire en EEUU, donde se finalizó con la era del proteccionismo. Paralelamente se trató de impulsar un tipo monetario de cambio que tenía al dólar como referencia y que propició una política comercial más enfocada en el librecambismo. Como es por todos conocido, este periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial situó a EEUU como primera potencia económica y comercial del mundo, una posición que aún no ha abandonado. Con todo, Europa y Japón también aprovecharon este periodo para impulsar su crecimiento. 

A continuación llega el momento de la era de liberalización, que arranca en la década de los 80 y que sigue vigente hoy en día, aunque el FMI considera que a partir de 2010 comenzó su declive. Un periodo en el que se tumbaron la mayoría de las barreras comerciales, también con China, y se generó una cooperación comercial y económica nunca vista en la historia entre todas las potencias mundiales. Además, la creación en 1995 de la Organización Mundial del Comercio sólo vino a corroborar un necesario control de los ingentes acuerdos comerciales que se firmaron en las pasadas décadas. Un periodo que parece que ha tocado techo y que está dejando paso poco a poco a otro, que es en el que las empresas deben aprender a moverse con prontitud. 

Se trata de la Slowbalization, que para el FMI arranca en 2008, aunque es ahora cuando se está haciendo más latente. Es la ralentización de la globalización que nació a raíz de la crisis financiera de 2008, un hecho que frenó en seco la apertura comercial. También provocó que los lideres mundiales se dieran cuenta de los riesgos de la liberalización total. Esto ha impulsado las tensiones comerciales y geopolíticas, cuyo primer gran ejemplo fue la crisis comercial entre EEUU y China que dio lugar a la implantación de aranceles entre ambos países, muchos de los cuales aún perduran. 

Por si fuera poco, en pleno periodo en el que se han ido rompiendo importantes acuerdos comerciales, llegaron dos acontecimientos que han puesto de relieve los peligros que también puede traer la globalización. Son la pandemia del Covid en marzo de 2021 y la guerra de Ucrania que arrancó en febrero de 2022. Ambos hechos no tienen nada que ver, pero han servido para demostrar el riesgo que para muchos países tiene que la fabricación de sus productos básicos se realice a miles de kilómetros de distancia. No en vano, los problemas en las cadenas de suministro han tenido un impacto tan negativo que aún perdura y que provoca que la desbocada inflación siga sin estar controlada en la mayoría del mundo. Por si fuera poco, la invasión de Rusia a Ucrania también ha evidenciado el error que implica que un aspecto tan sensible como la energía esté en manos de países poco confiables.

Esto no quiere decir que todas las fábricas que deslocalizaron su actividad durante las pasadas décadas vuelvan a levantarse en los países de origen. Eso ocurrirá en algunos aspectos concretos. Pero lo que realmente está ocurriendo es que la globalización mundial está dejando paso a una globalización regional. En otras palabras, el comercio entre América y Europa, por ejemplo, perderá fuerza. Lo mismo ocurrirá con China, que reducirá su peso como fábrica del mundo para vender más productos en Asia.  

En definitiva, se están sentando las bases de un mundo comercial más regionalizado, que busca impulsar la actividad con países vecinos y potenciales aliados. Una nueva tendencia a la que también está contribuyendo el mayor temor a los ciberataques y el mayor poder económico de lo que se conoce como el mundo emergente, que impulsa la demanda interna en muchos países que antes sólo vivían para vender sus bienes a Europa o EEUU. 

Las empresas deben ser plenamente consciente de esta transformación que se está produciendo en el ámbito del comercio mundial. Pero no sólo a la hora de definir una estrategia de crecimiento a nivel internacional. También de cara a transformar su red de proveedores, ya que en poco tiempo habrá muchas opciones en mercado más cercanos.

Fuente original: www.asesoresdepymes.com