La innovación, un elemento básico en los negocios
Ningún empresario desconoce que el marketing, la logística, la producción y las ventas son elementos básicos de su negocio y que hay que potenciar continuamente. Sin embargo, no son pocos los que descuidan otro pilar básico: la innovación. Craso error, ya que se trata de un factor vital para aumentar las ventas, a la vez que ahorrar costes. Eso sí, hay que tener muy en cuenta que se trata de un valor que no solo afecta a un área específica de la empresa sino que lo hace a toda la organización.
Una de las fórmulas más habituales para evaluar los proyectos de innovación que pone en marcha una empresa es utilizar herramientas financieras para comprobar su efecto, con las que se obtendrán datos y ratios muy valiosos. Además, podrán utilizarse posteriormente para convencer a los más incrédulos de la importancia de aplicar una estrategia innovadora continua en el negocio.
Por ejemplo, uno de los resultados más claros y contundentes de la innovación será el aumento de ventas que corresponda a los productos, procesos o servicios nuevos o mejorados en un determinado lapso de tiempo, normalmente cada tres o cuatro años.
Pero éste no es el único ratio. La consecuencia más evidente de la eficiencia de procesos productivos, comerciales o gerenciales, nuevos o mejorados, es la reducción de costes que hace a la empresa más productiva. La contabilidad analítica es, de nuevo, aquí la metodología más adecuada para valorar en su justa medida estas innovaciones, que pueden ser causa de reducciones de costes gracias a menores usos de los factores de producción o de menores costes de las materias primas o de los productos semielaborados, que exige la producción.
¿Generar innovación o comprarla?
Los procesos de innovación a los que se puede enfrentar una empresa pueden ser múltiples y de diferente tipo. Pero, sobre todo, ésta deberá tener en cuenta si ha de generarlos ella misma o adquirirlos en el mercado. Los procesos para generar conocimiento e I+D propios se deben emprender cuando el conocimiento que la innovación necesita no está disponible en el mercado en la forma que se considera más adecuada. Pero no sale tan rentable hacerlo así cuando sea más conveniente contratar esta actividad en el exterior, en lo que se denomina I+D externa.
Y es que adquirir conocimiento que ya existe en el mercado tiene múltiples posibilidades. Unas veces se adquirirá incorporado a bienes de equipo o a productos semielaborados. Otras, se tratará de la compra de patentes o de licencias o de know-how. En estos últimos casos, se deberán emprender simultáneamente procedimientos legales para formalizar la propiedad del conocimiento adquirido.
Otros procesos de innovación buscan la industrialización y la comercialización de la innovación. Mediante ellos se desarrollará la ingeniería y, en su caso, las preseries y ensayos de lanzamiento y se formará al personal en las peculiaridades de los nuevos productos o servicios. También en este caso, cabe la posibilidad de utilizar recursos externos a la empresa, en cuyo caso se complica de forma importante cada proceso.
Fuente original: www.asesoresdepymes.com