La era de las ‘scaleups’
A lo largo de los últimos años, millones de startups han surgido por todo el mundo, algunas con proyectos muy innovadores y disruptivos, centrados, principalmente, en ámbitos en claro auge por la tecnología, como la realidad virtual, el machine learning, el blockchain o el big data. Otras, en cambio, apostaban por modelos más tradicionales en industrias ya desarrolladas, buscando obtener una ventaja competitiva debido a factores como el precio, el diseño, la logística o las funcionalidades. Sin embargo, la gran mayoría de estos proyectos de negocio fracasaban a los pocos meses de su alumbramiento, por causas tan diversas como la falta de liquidez (o una mala gestión del capital circulante), la escasez de clientes, el erróneo confeccionamiento de su plan de negocios o, simplemente, por alguna vicisitud inesperada por parte del mercado que terminó por acabar con sus sueños.
Frente a esta tan exigente ‘selección natural’ en el universo startup, está surgiendo una evolución del modelo, bajo el prisma de transformar estas organizaciones en scaleups, caracterizadas, principalmente, por disponer de directivos/socios con una gran formación en el mundo de los negocios desde el inicio, por desarrollar modelos comerciales perdurables en el tiempo y por tener, desde su mismo germen, una vocación de expansión y de crecimiento. Es decir, algo así como nacer con el objetivo de ser, de manera directa, una gran empresa focalizada en la expansión, para evitar poder sucumbir ante los dilemas de una compañía recién constituida.
Qué es realmente una ‘scaleup’
Las personas que desarrollan una empresa bajo el modelo scaleup son algo más que meros emprendedores con una idea de negocio rompedora y muchas ganas de implementarla en el mercado. En realidad, se trata de empresarios disciplinados que, antes de poner en práctica su iniciativa, han estudiado a fondo su mercado, han analizado la experiencia de otras startups que pusieron en práctica sus modelos operativos y que han intentado entender y evaluar todo aquello que, de una manera u otra, podría suponer una amenaza para su empresa.
De hecho, una de sus premisas principales es eliminar el principal foco de incertidumbre de muchas startups durante su primer año de vida, y que acaba suponiendo, al final, la muerte para muchas de ellas: el acceso a la financiación. La necesidad de encontrar, sobre todo en las primeras fases, socios que aporten liquidez -y en algunos casos conocimiento de gestión- es algo crítico cuando ha comenzado la operatividad del negocio pero, todavía, al no existir un volumen suficiente de clientes, la falta de liquidez amenaza con impedir poder atender a los pasivos a corto plazo (como, por ejemplo, el pago a los proveedores o el alquiler del espacio).
Por este motivo, nacen las scaleups, que se definen, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), como entidades que cuentan desde su fundación con al menos diez empleados y que durante sus tres primeros ejercicios soportan una facturación que crece un 20% anual. Es decir, que más que por un modelo escalable, como el que prevén la mayoría de las startups en sus business plan, este tipo de compañías apuestan, desde su mismo germen, por el crecimiento y la solidez.
Eso implica no solo disponer de la suficiente financiación, tanto propia como ajena, desde el inicio de la actividad, sino que los socios y los directivos sean personas con formación suficiente y habilidades de gestión, de manera que ellos mismos se conviertan en los mejores avales en relación a las perspectivas de éxito del proyecto. De hecho, gracias a esa ‘seniority’ de los fundadores se logrará atraer talento para impulsar el desarrollo inicial de la actividad. En este sentido, es muy probable que para poner en marcha una scaleup los emprendedores antes hayan tenido que aprender sobre posibles errores a través de startups fallidas en el pasado.
Por qué es importante diferenciarse como ‘scaleup’
Además de cuestiones relativas a la financiación o a las competencias y habilidades de sus directivos, una scaleup dispone de otras características que la diferencian de una startup. Por ejemplo, ofrece productos o servicios ya maduros en el mercado, mientras que la otra aún debe perfeccionar procesos como los costes o la segmentación. Por otro lado, la mayor ‘profesionalización’ del equipo humano favorece que, desde el inicio, los roles y el desempeño de cada persona estén mejor definidos, promoviendo la especialización y evitando esa cierta dispersión de actividades que ocurre entre muchos emprendedores, sobre todo, al comienzo de la startup.
Nacer con vocación de scaleup es sumamente importante para cualquier compañía. Desde el punto de vista financiero, sus opciones de encontrar partners son mucho mayores, ya que existen más fondos de inversión y firmas de capital riesgo dispuestas a trabajar con entidades que quieren sustentar su crecimiento y que estén en una fase de consolidación. Pero es que, además, por su mayor músculo económico, son capaces de llegar a públicos y a mercados que son inalcanzables en su origen para una startup. Pensando desde una óptica meramente industrial, ser una compañía de mayor envergadura favorece que se puedan concretar acuerdos y alianzas con socios y proveedores en mejores condiciones, así como sustentar un sistema más armonizado y beneficioso de relaciones con su cadena de valor.
Fuente original: www.asesoresdepymes.com